El cierre en falso de la tercera temporada de ‘The Walking Dead’

La historia de Rick y compañía ha llegado al final de su tercera temporada y, mientras esperamos la cuarta, qué mejor que unos cuantos apuntes del mal sabor de boca que ha dejado el último capítulo de la serie.


Hace ya algunas semanas que hablé en este mismo blog de las bondades de 'The WalkingDead'. La serie de AMC, que en España emiten FOX y LaSexta, ha terminado recientemente su tercera temporada y, aunque no de la serie en su conjunto, si que he de hablar de los defectos de este cierre de temporada.

¿Ha sido un cierre en falso? Esta es la primera pregunta que me asalta al analizar cómo ha terminado la tercera temporada de la serie de zombies y, sobre todo, al comparar este final con el de la segunda. La penúltima batalla entre el Gobernador y Rick no ha dejado más que un par de fuegos de artificio en las torres de la prisión y un río de lágrimas que ha empañado la grandeza de la serie.



Demasiada sensiblería para un último capítulo de temporada que habría sido aceptable si se tratase del final de la serie. Y de ahí la segunda apreciación, muy pocas incógnitas para haber comprometida una cuarta temporada, por no decir que tan solo una.

A los que recuerden el final de la segunda temporada tendrán grabada en la cabeza la imagen de la prisión cuando levanta la cámara en el último frame del capítulo y la sombra de una capucha y una catana que nos dejaban con la intriga de quién sería ese misterioso personaje.  


 ¿Qué dudas nos quedan al final de esta temporada? Pocas específicas. Sin duda el cierre de la tercera temporada de ‘The Walking Dead’ no ha estado a la altura del de sus temporadas predecesoras. Tal vez haya quemado demasiados cartuchos antes de tiempo y no ha conseguido igualar el clifhanger de su última mid-season, con los hermanos Daryl y Merle a punto de batirse a vida o muerte.  
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